domingo, 3 de abril de 2011

Ellos también buscan princesas

Volvemos a otro reino muy, muy cercano, donde vivía un príncipe que tampoco tenía nada de especial. Tenía la vida que cualquier príncipe normal pudiera tener: iba a cazar con sus amigos de la corte, asistía a bailes y recepciones, y se preparaba concienzudamente para ser un buen rey en un futuro. Pero un día comenzó a sentir que era del momento de encontrar a su princesa.
Esta ardua tarea había sido un punto clave en su formación como príncipe. Había aprendido la forma de tratar a una dama, estudiado poesía, música y canto, el significado de las flores que regalaba, y lo más importante: lo que se esperaba de él.
No era sencillo estar a la altura pues debía ser valiente, intrépido, fuerte aunque su pecho escondiese un corazón frágil y asustado. No mostrar  sus debilidades ante los demás y por supuesto nunca podría permitirse el lujo de derramar una lágrima. Tenía el deber de superar muchas pruebas para encontrar a su princesa: atravesar valles y desiertos, escalar las más altas montañas, surcar los más profundos océanos, librar mil batallas, matar dragones y salvar a su amor de su encierro en una altísima torre o quizás del hechizo de algún ser maligno. ¡Era agotador cumplir con todo!
Aun así, nuestro príncipe, el más audaz de todo, lo consiguió. Y tras subir el último peldaño de la más alta torre, después de haber recorrido medio mundo y librado múltiples batallas, abrió la puerta de la celda que retenía a su princesa y contempló a la mujer más hermosa que había visto nunca.
Pero no todos los cuentos terminan siempre en ese maravilloso instante en que dos almas se enamoran y todo es amor y felicidad. La vida continúa, y al tiempo en que se van conociendo mejor, el príncipe descubre que la hermosura de su princesa, esconde el corazón ennegrecido de una ambiciosa bruja que quería portar una corona costase lo que costase.
Y este tampoco es el final de nuestro cuento, es el comienzo de la historias de muchos príncipes que nunca supieron que la belleza física  es etérea, y tras una bonita envoltura no siempre hay una princesa. Y aún así, tampoco cesaron en su empeño de encontrar el amor, ya fuese entre bellas princesas o sencillas aldeanas.

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