jueves, 22 de septiembre de 2011

El Cuento que nunca quise contar: La Educación (o la falta de ella)

Este es, desafortunadamente, el cuento que nunca quise contar. Es el cuento que nunca quise escribir. Es el cuento nunca brotó de mi imaginación, sino de la rabia que nace al contemplar la realidad del mundo en que vivimos. Concretando un poco más, la realidad del país donde vivo: España, ese curioso lugar donde lo absurdo es el pan de cada día...


Hace un par de días despertaba con el comentario de uno de esos personajes que se hacen llamar políticos que, tan tranquilamente, comentaba que una posible solución a la crisis económica podría ser la no gratuidad de alguna etapa educativa. No pude menos que llevarme las manos a la cabeza y correr a volcar mi indignación en un tweet. Seguramente, esta persona no usó las palabras adecuadas, o no quiso decir lo que dijo. Y conservo una pequeña esperanza de pensar que esto sea así.


¿Habrá algo más necesario para progresar que la Educación? 

Cuando era pequeña solía quejarme por la rectitud con la que mis mayores trataban de educarme. Siempre atentos, nos reñían, a mis hermanos y a mi, tratando de inculcarnos  una cultura, unos modales y un saber estar que a día de hoy agradezco. Esto me hizo crecer pensando que recibir una educación es la base para el desarrollo de las personas, y la única forma de cambiar el rumbo de esta sociedad a la deriva. Así fui a parar como voluntaria en Entreculturas, una ONGD cuyos valores y forma de trabajar siempre he compartido. Y tuve la oportunidad luchar junto a otras personas para que todas los hombres y mujeres, niñas y niños pudiesen tener acceso a una Educación de calidad. Durante los diez años que compartí con ellos pude tomar consciencia del importantísimo alcance de nuestra meta. La educación no sólo nos dota de herramientas para labrarnos un futuro, para escapar de la pobreza, sino que además puede salvar muchas vidas. Y durante todos estos años, tuve el privilegio de poder participar en la Campaña Mundial por la Educación, en la que una coalición de muy diversos organismos y asociaciones, recodábamos anualmente a nuestros dirigentes los compromisos que adquirieron hace 11 años para hacer efectivo ese derecho universal para todos y todas. Y ha sido la experiencia de estos años y el encuentro con personas de las que pude aprender, la que ha fortalecido esa convicción de ser la Educación, un derecho imprescindible y básico de toda persona, el único camino hacia el futuro


Vivo en un país de esos que llaman desarrollado. Un país en el que, por fortuna, aún tenemos un sistema educativo que garantiza unas mínimas oportunidades. Pero ¿qué será de nosotros si nos ponen aún más trabas? Si la enseñanza perdiese su gratuidad, ¿cómo podremos tener todos y todas las mismas oportunidades? ¿No atentaría esto además contra uno de los derechos fundamentales que recoge nuestra Constitución? ¿No han pensado cómo afectarán a la calidad de la enseñanza los "sacrificios" que piden hacer a los profesores? ¿Cómo se puede aspirar a impartir una educación bilingüe, si  primero no se garantiza la calidad de la enseñanza  y del aprendizaje del Castellano?

Desde luego es absurdo comparar la situación en España con la de aquellos países, donde los niños y niñas deben caminar kilómetros para llegar a una escuela, o dónde las mujeres no pueden acceder a puestos de trabajo al haberles sido negada una educación básica. Y más de uno pensará que es descabellado compararnos con países cuyo porcentaje de población analfabeta es alarmante.  Piensen en nuestros gobernantes, ¿a cuántos ministros pagamos sin que tengan formación alguna sobre la cartera que dirigen? ¿Por qué deciden por nosotros personas que tan poco saben de la vida y necesidades de la clase media (por no hablar ya de la baja)? ¿No deberíamos  poder elegir nosotros también a nuestros ministros?Ahora que quieren reformar la Carta Magna, ¿por qué no proponer éste cambio para luchar contra el "enchufismo" y la inutilidad de aquellos que nos gobiernan? 



Pero piensen en lo que pueden ver en televisión: ¿cuántas de esas personas aparecen en ella por sus cualidades intelectuales? ¿cuantos programas o concursos promueven realmente la cultura? Piensen en las redes sociales, ¿Con qué frecuencia leemos algo que no reúna menos de cinco faltas de ortografía en una misma frase? ¿No les duele oír como alguien presume de no haber leído un libro en su vida, o de no saber siquiera donde situar alguna provincia en el mapa de España? ¿No duele saberse parte de un mundo donde la cultura y la Educación son, cada vez más devaluados? ¿ No resulta triste que la ignorancia sea motivo de orgullo para muchos?


Mañana quisiera contar otro cuento que sí me gustase contar. Quisiera que ese cuento pudiese nacer de la realidad. Un cuento en el que los "indignados" nos convirtiésemos en satisfechos, y los que nos rebelásemos contra las injusticias no encontrásemos motivos para hacerlo. Quisiera un cuento en el que sólo me reuniese con mis compañeros de EC para disfrutar el mundo que un día, tiempo atrás, soñamos. Un mundo en el que la R.A.E eliminase palabras  como Injusticia o Desigualdad por su falta de uso( y ya de paso, las palabras Asín, Dotor, Toballa y Almóndiga). Quisiera vivir en un mundo donde el sentido común no fuese el menos común de los sentidos (cómo alguien dijo)

Y en tanto la humanidad no recobre la cordura...





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